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lunes, 13 de junio de 2011

Ética-política: Gobernar sin olvidar el bienestar del pueblo

La comunicación y el discurso nos garantizan la igualdad de los seres humanos. Luchar porque todos los que formamos parte de un pueblo nos sintamos en igualdad de condiciones y oportunidades a la hora de proponer y discutir, siempre avalados por argumentos que decidirán su validez ante el acuerdo de una mayoría, es uno de los puntos cardinales de nuestra causa. La buena intención personal no es suficiente cuando se trata de tomar decisiones en la que entran en juego los beneficios y perjuicios de los demás. La capacidad de decisión está en el pueblo. Abanderados por esta idea no entendemos una política ajena a la buena moral. Y no solo una moral que defienda a la política del peligro de corrupción, sino a una moral integral en la que caben muchos puntos a desarrollar y valores que no deben perderse.

Desgraciadamente, hoy en día tenemos que admitir que la política va acompañada de una connotación negativa, fruto de que en la realidad el éxito de la política se mide por el poder, es la manzana de la tentación. Los partidos que alcanzan el gobierno intentan llevar a la práctica todos sus proyectos y cambios y cuando se encuentran con obstáculos que no le permiten cumplir sus objetivos, no dudan en utilizar el poder que el pueblo les ha dado para conseguirlos a toda costa y olvidan que su poder tiene un límite que son los Derechos de todos y cada uno de nosotros otorgados tanto por nuestra Constitución como por la Declaración Universal de Derechos Humanos, donde igualdad, libertad, justicia y dignidad se repiten de principio a fin. Aquí entra el “todo vale” y la consiguiente corrupción de su política y abuso de poder: demagogia, favores amistosos, desprestigio de los demás partidos, manipulación de la verdad, corrupción, uso de poder para beneficio propio, ataques al honor y dignidad de las personas en su vida tanto pública como privada, mal tráfico de influencias, ganancias adicionales, mentiras, deslealtad, intolerancia, inmoralidad, codicia, vanidad y otras muchas más “estrategias”. Todo esto hace que haya desconfianza y que no se crea en quienes nos prometen, nos mienten y no cumplen

Para nosotros el fin no justifica los medios, máxime cuando esos medios incluyen sorprendentes y fáciles enriquecimientos de los políticos a costa del ahogamiento de los ciudadanos. Nuestro fin no es el poder sino el bien de nuestro pueblo y el poder será solo un medio para alcanzarlo, con dignidad, respeto y responsabilidad hacia el que nos lo da, hacia nuestro pueblo. Y este será otro de nuestros puntos cardinales, quizás el más importante, nuestro norte: Trabajar por el bien común del pueblo, ese será nuestro principio y nuestro fin y será bueno todo lo que nos ayude y lleve a lograrlo. Nunca realizaremos un mal uso de ese poder ¿Para qué queremos un Ayuntamiento poderoso si nuestro pueblo no es feliz porque ni tiene bienestar ni le proporcionamos los medios y recursos para que lo alcancen? Entendemos la política, “nuestra causa”, como un servicio público y no como instrumento para lograr influencias o ventajas personales. No tienen cabida favoritismos, discriminaciones ni abusos.

Todos tenemos derechos esenciales que nos deben ser respetados, como que no nos insulten la inteligencia, así como deberes que tenemos que cumplir, como pagar nuestros impuestos. ¿Por qué somos siempre nosotros los únicos que cumplimos nuestra parte? Los políticos tienen obligaciones y responsabilidades para proporcionarnos bienestar, entonces por qué son indiferentes a nuestros problemas. Volveríamos aquí al principio de mi texto, voz y voto para todos y nosotros para escuchar.

Queremos que el pueblo vea en nosotros una savia nueva, buena y sana. Dirigida por unos valores morales intachables cuya guía es una política de gran calidad ética y moral, desinteresada y altruista. No pretendemos hacernos ricos ni que nos vean como “otros parásitos”, porque si hubiese una sola persona que lo pensase y justificase, habríamos fracasado como partido y fallado a nuestros principios.

Nuestro pueblo necesita un cambio de mentalidad, todos hemos aprendido de los errores del pasado y ya estamos preparados para comenzar el cambio que nos lleve a un futuro, quizás con menos lujos, pero un futuro que labremos entre todos, modesto pero donde todos nos sintamos libres y no aprisionados por distintos motivos, que no nos sintamos engañados, donde todos tengan su oportunidad y los bienes sean repartidos equitativamente, que se deje de favorecer al que ya tiene y beneficie al que tiene menos. Nadie es mas fuerte que otro para dominarnos, si nos dominan es porque nos hemos dejado dominar.

Cada uno de nosotros, cumplimos con nota la ética política: manifestamos lo que creemos o pensamos por encima de todo alentando nuestros ideales, amamos a nuestro pueblo y respetamos sus tradiciones, somos firmes en los propósitos que nos hemos marcado y seremos fieles si tuviésemos que cumplir nuestros compromisos y obligaciones trabajando con la misma ilusión y entusiasmo con la que nos presentamos. Respetamos las opiniones ajenas conscientes de que las personas somos, pensamos y actuamos diferentes. La honradez y la honestidad nos caracteriza personalmente y como partido y, por supuesto, nuestros intereses están al servicio del bien de nuestro pueblo con total transparencia.

Inma Fernandez

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